El envejecer es un proceso natural dentro del desarrollo evolutivo. Nacemos, crecemos, envejecemos y morimos, siendo así la última etapa de nuestro desarrollo. El envejecimiento en nuestra sociedad se considera como un proceso involutivo: envejecer  significa perder habilidades y capacidades. Extrañamente, todos deseamos una larga vida, pero no deseamos “envejecer”, porque envejecer en nuestra cultura es visto como sinónimo de deterioro.

Si bien es cierto que con los años disminuyen algunas capacidades físicas por la pérdida natural masa muscular, el deterioro progresivo de los huesos y el leve declinar de las habilidades cognitivas, la realidad hoy en día nos muestra que envejecer no tiene que significar sólo deterioro, sino que puede ser una nueva forma de vivir.

Son constantes los ejemplos de adultos mayores que nos impresionan con sus habilidades físicas como la trapecista Betty Goedhart de 86 años, la patinadora artística Nancy Cox de 67 años, el corredor Roy Englert de 97 años. Por otra parte, también destacan el investigador Erwin Neher, de 77 años, ganador del premio novel de medicina o Rital Levil-Montalcini, quien vivió hasta los 103 años, y a los 77 años recibió también el premio novel, o el Dr. Jacinto Convit, quien trabajó hasta los 101 años, y fue el descubridor de la vacuna contra la lepra. La escritora Penelope Fitzgerald, escribió su primer libro a los 58 años, y continuó escribiendo hasta los 79, recibiendo entre otros reconocimientos el Premio Booker

Actualmente la vejez ha dejado de verse como un proceso de deterioro y enfermedad, y ha pasado a verse como una etapa llena de desafíos. Esto se debe a tres causas principales: el aumento de la esperanza de vida, el mayor nivel cultural de las personas y los avances médicos (Sánchez Cabaco, 2008). La medicina ha disminuido de forma considerable el riesgo de muerte de muchas enfermedades, y las condiciones de salubridad y avances tecnológicos han hecho que la esperanza de vida actual del hombre haya aumentado. Según la OMS, la esperanza de vida en Paraguay es actualmente de 70.7 años, 5 años y medio más que hace 50 años.

Como indican Montañes y Latorre, en su estudio sobre la psicología de la vejez, el envejecimiento no se entiende como un proceso involutivo, con regresión a estadios anteriores, sino como una evolución. Es por ello que hoy en día se habla de la “nueva longevidad”, una nueva forma de afrontar la vejez.

Este concepto, introducido por Diego Bernardini, profesor e investigador de la salud de adultos mayores, plantea que la nueva longevidad trata acerca de vernos saludables e independientes a lo largo del tiempo. Así como deseamos una larga vida, podemos disfrutar de envejecer como una experiencia de valiosa y productiva.

Un estudio de la universidad de Stanford indica que es necesario invertir en un envejecimiento saludable, pero esa inversión no debe hacerse al llegar a la vejez, sino a lo largo de todas las etapas del desarrollo, cuidando nuestra salud física y mental: alimentación saludable, actividad física, actividad mental, relajación, buenas relaciones sociales y amor profundo hacia sí mismo.

Este estudio también demuestra que muchas personas tienen buena salud y son independientes en su funcionamiento diario hasta los 70 y 80 años, lo que indica que hay un potencial de vida laboral mucho mayor de lo que se piensa. El envejecimiento no es equivalente a dejar de ser productivos, pero requiere ser más flexibles.

La nueva longevidad nos plantea retos a todos los niveles, donde el cuidado de la salud física y mental son fundamentales para el logro de una vida adulta digna y feliz.

Proyectos como el que desarrolla actualmente la Universidad Iberoamericana son cruciales para llegar a esta nueva longevidad. Denominado “Sano, vivo y activo”, este proyecto multidisciplinario e internacional tiene como objetivo mejorar las capacidades cognitivas y disminuir el riesgo de caída en adultos mayores, aumentando con esto su calidad de vida. Para mayor información sobre el proyecto pueden llamar al 0981-006592.