Claudia P. Sanabria, Coordinadora técnica de la Maestría en Derecho de Familia, Niñez y Adolescencia.
Hablar de los derechos de niñas, niños y adolescentes en la sociedad actual, curiosamente sigue siendo un escándalo o al menos, cuando se pronuncia el tema en un espacio, suele ser objeto de largos debates donde unos exponen “claro ahora solo ellos tienen derechos” y otros dicen “los padres no pueden ceder el control, un niño no puede tomar decisiones”. El mundo adulto quiere ciudadanos responsables y respetuosos, pero parecen olvidar que, esa proyección se trabaja en el presente y por eso mismo, lo que hacemos hoy para y con la infancia en lo individual y en su conjunto es determinante.
En un modelo de sociedad sumido en el capitalismo, los valores y principios que se promueven: el individualismo, el consumismo, la competencia, no parecen ser compatibles con el desarrollo integral del ser humano, del niño.
El nuevo modelo de padres ausentes demandados por largas jornadas laborales como única forma de “llegar a fin de mes” o en el mejor de los casos, de cubrir todas las expectativas requeridas por el consumismo, deja a la infancia en un presente de soledad. Niñas, niños y adolescentes pasan las horas al cuidado de las pantallas sin un adulto que se anime a poner un límite, un horario. Que pasaría si existe una ventana de tiempo en la cual se dispone el uso de los dispositivos: ¿podrían los padres retomar las pautas en cuanto a los horarios?…Es sano y benéfico establecer horarios y pautas.
No solo es saludable, que es lo más importante, sino que, es un imperativo para el ejercicio de la responsabilidad parental, aquí si importan los límites. La normativa de niñez y adolescencia establece que el ejercicio de la patria potestad conlleva “velar por el desarrollo integral” de niñas, niños y adolescentes, y por tanto no establecer limites o pautas, coloca al adulto en una situación de incumplimiento legal de su rol. Muchas veces, el estar largas horas fuera de casa coloca al adulto en una situación de inseguridad sobre las pautas que debe dar, creyendo de manera errónea que, las horas de ausencia se compensan con consentir todo lo que el niño quiera. El tiempo no es moneda de cambio. Por más ausente que estén los padres, establecer pautas es necesario y benéfico para los niños, pero además refuerza el rol parental y da seguridad a todas las partes. Nada más saludable que la firmeza, la orientación constante y los límites con amor.
En el extremo contrario estarían quienes ejercen el rol con dureza, con aquella presencia que solo se hace efectiva para ver lo que el niño no tiene, hace mal o necesita en términos de “corrección”. En este escenario, queda huérfano un aspecto fundamental de la crianza, que es, la guía, la orientación previa, el acompañamiento y el ejemplo. Al limite le precede el ejemplo, es decir, esa presencia que comparte, que se vincula, que enseña, educa, que juega, para luego, acompañar los procesos que requieren una orientación porque todavía no se fijó alguna pauta.
No venimos con un manual para ser padres, nos dicen siempre, sin embargo hoy están delineadas las normas de convivencia social que nos fijamos como sociedad respetuosa de los derechos y entre ellas, tanto el Código de la niñez y la adolescencia, como la Ley N ° 5659/16 De promoción del buen trato, crianza positiva y protección a niños, niñas y adolescentes contra el castigo físico o cualquier tipo de violencia como método de corrección o disciplina, establecen una mirada del niño como titular de derechos y merecedor de buen trato, que no es otra cosa que, apreciar su singularidad y acompañar su proceso evolutivo centrándonos en sus potencialidades. Pero que es buen trato: la ley dice que es “el conjunto de pautas de crianza positiva y educación basada en el respeto recíproco, la confianza mutua y la valoración de las diferencias, utilizada por toda persona con los niños, niñas y adolescentes, con el objeto de favorecer el desarrollo de sus potencialidades”.
El buen trato depende de pautas de crianza que sean benéficas, esos usos, costumbres, valores que se trasmiten de una generación a otra, y que tenemos que revisarlas permanentemente para que sean apropiadas para la persona, ya que, no se debe olvidar que influyen y construyen el presente del niño.
Para orientar como padres en este sentido, es bueno recordar algunos pasos o pautas de buen trato y crianza respetuosa que podemos listar y practicar cada día:
• Respetar la singularidad, cada niño es distinto, cada persona lo es, y debe ser tratada como única. No comparar;
• Poner límites claros y que se puedan cumplir;
• Pedir ayuda a profesionales para ejercer el rol;
• Ponerse en el lugar del niño y saber que esperar de cada uno;
• Ser claro sobre las expectativas y definir de antemano las consecuencias;
• Mantener la calma en los momentos difíciles, contando con técnicas para ello. Salir a caminar, respirar, contar hasta 10. Evitar discusiones frente a los niños;
• Acordar pautas similares entre todos los miembros de la familia;
• No recurrir al castigo físico en ningún caso, no culpar al niño;
• Reconocer los logros y ser consistentes, enseñar con el ejemplo.
La infancia es el espacio de tiempo en el cual se delinean las oportunidades para cada persona, se hace el camino que permitirá al adulto avanzar firme e independiente. Hoy está en nuestras manos, aprovecharla es nuestra decisión como adultos responsables.